
Daniela siente que no le alcanzaría una puerta para contar lo que le pasa y se ríe imaginando a todas aquellas leyendo sus historias mientras hacen la posición de recepción de voley, sacan de su cartera un papel tissue y hacen malabares con la puerta que no cierra.
Daniela se ríe de si misma y de todas las demás y, en el intento de dejar de ser mujer porque está cansada de convivir con sus inseguridades, sus complejos, sus vueltas, su sensibilidad diaria (y la que aparece cada 28 días), sus ataques de histeria y de celos y su compulsividad hacia la compra de ropa, entre (tantas) otras cosas, termina siento como todas. Lo bueno es que se da cuenta.
1 comentarios:
yo me refiero a otra daniela que vive en valencia. tiene tres hombres y ninguno de los tres sabe nada su apellido es silva
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